martes, 28 de junio de 2016

Chile lo hizo otra vez y ya no es una sorpresa

Si unos años atrás alguien hubiese dicho que la selección de Chile se convertiría en la dominadora del fútbol en América probablemente habría provocado más de una carcajada.

Pero Chile lo hizo otra vez. Y de nuevo contra Argentina. En los penaltis, como hace un año en el Estadio Nacional de Santiago. Y esta vez, más allá de la fanfarria, el triunfo tuvo una consecuencia de alto impacto: la renuncia de Lionel Messi a la Albiceleste.

La victoria en la Copa América Centenario ratifica lo que los muchachos de la Roja trataban de explicar el año pasado y que algunos se negaban a creer. Que a este equipo, con Arturo Vidal y Alexis Sánchez al frente, le van las grandes gestas. Que no se conformó con levantar la primera copa internacional en sus más de cien años de historia y se empecinó en repetirlo ante la todopoderosa Argentina.

Y lo hizo a su manera, con un estilo inconfundible y sin parangón en el fútbol latinoamericano. Un estilo que implantó Marcelo Bielsa, perfeccionó Jorge Sampaoli y que Juan Antonio Pizzi parece dispuesto a mantener, principalmente porque sus futbolistas no saben jugar de otro modo.

El camino de Chile al título no fue un paseo, ni mucho menos. Arrancó con una deslucida derrota contra una Argentina sin Messi (2-1) y se asomó al abismo ante Bolivia, a la que venció (2-1) con un penalti inexistente en el tiempo añadido.

A partir de ahí todo se fue encauzando. Ganó sin apuros a Panamá (4-2) para pasar como segundo de grupo a cuartos de final, donde le endosó a México una goleada histórica (0-7) en el que fue el mejor partido de Chile en el campeonato.

En semifinales le bastó con un arranque explosivo para desmontar a Colombia (0-2) y plantarse en la gran final.

La historia se repetía. Argentina y Chile, los dos mejores equipos del continente americano, frente a frente en una final. Y otra vez con la Albiceleste como favorita en las quinielas, como si eso sirviera de algo.

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